
Se estima que al menos el 10% de las personas que hayan tenido COVID-19 tendrán síntomas persistentes posteriores al contagio (estudio). Los síntomas dolorosos más frecuentes reportados son los siguientes:
Además de estos síntomas es muy frecuente que los pacientes reporten fatiga importante.
La fisiopatología no es bien conocida aún. Se cree que el dolor puede ser generado por la producción de citoquinas y estímulo de la inmunidad celular, lo cual conlleva a inflamación crónica multisistémica (de muchos órganos y tejidos) como resultado (estudio).
Algunos factores de vulnerabilidad que podrían predisponer a la prolongación de síntomas son la hipertensión arterial, obesidad, condiciones de salud mental, el sexo femenino, edad (siendo más frecuente en mujeres con edad promedio de 42.5 años) y la gravedad de la enfermedad al momento de cursarla (estudio).
La mayoría de los síntomas mejoran progresivamente tras superar el cuadro infeccioso (2 a 6 semanas en promedio). Las medidas ergonómicas, las pautas de alimentación saludables, las mejoras en el descanso/patrón del sueño acordes al ritmo circadiano, la suplementación de vitaminas-minerales y el entrenamiento físico con cargas progresivas, suelen ser algunos de los pilares elegidos dentro del tratamiento médico (estudio).
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